[...] Para Baudelaire, el destino poético del hombre es ser el espejo de la inmensidad, o más exactamente todavía; la inmensidad viene a tomar conciencia de ella misma en el hombre. Para Baudelaire el hombre es un ser vasto.
Así, en muchas direcciones, creemos haber demostrado que en la poética de Baudelaire la palabra vasto no pertenece realmente al mundo objetivo. Querríamos añadir un matiz fenomenológico más, un matiz que corresponde a la fenomenología de la palabra.
A nuestro juicio, para Baudelaire la palabra vasto es un valor vocal. Es una palabra pronunciada, jamás solamente leída, jamás solamente vista en los objetos con los cuales se la relaciona. Es de esas palabras que un escritor dice siempre en voz baja mientras la escribe. Lo mismo en verso que en prosa, tiene una acción poética, una actuación de poesía vocal. Dicha palabra resalta en seguida sobre las palabras vecinas, resalta sobre las imágenes, y tal vez sobre el pensamiento. Es una "potencia de la palabra"*. En cuanto leemos la palabra en Baudelaire, en la medida del verso o en la amplitud de los períodos de los poemas en prosa, parece que el poeta nos obliga a pronunciarlos. La palabra vasto es entonces un vocablo de la respiración. Se coloca en nuestro aliento. Exige que este aliento sea lento y tranquilo** y siempre, en efecto, en la poética de Baudelaire, la palabra vasto induce calma, paz, serenidad. Traduce una convicción vital, una convicción íntima. Nos trae el eco de las cámaras secretas de nuestro ser. Es una palabra grave, enemiga de las turbulencias, hostil a los excesos vocales de la declamación. Se la quebraría en una dicción sujeta a la medida. Es preciso que la palabra vasto reine sobre el silencio apacible del ser.
Si yo fuera psiquiatra, aconsejaría al enfermo que padece de angustia, en el momento de la crisis, que leyera el poema de Baudelaire, repitiendo muy suavemente la palabra baudeleriana dominadora, esa palabra vasto que da calma y unidad, esa palabra que abre un espacio, que abre el espacio ilimitado. Esa palabra nos enseña a respirar con el aire que reposa en el horizonte, y lejos de los muros de las prisiones quiméricas que nos angustian. Hay una virtud vocal que trabaja el umbral mismo de la potencia de la voz. Panzera, el cantante sensible a la poesía, me dijo en una ocasión que según los psicólogos experimentaddos no se puede pensar la vocal a sin que se inerven las cuerdas vocales. Con la letra a ante los ojos, la voz ya quiere cantar. La vocal a, cuerpo de la palabra vasto, se aísla en su delicadeza, anacoluto de la sensibilidad que habla.
Parece que los múltiples comentarios que se han hecho sobre las "correspondencias baudelaireanas" han olvidado este sexto sentido que trabaja modelando, modulando la voz. Porque es un sexto sentido, llegando después que los otros, por encima de los otros, esta pequeña arpa eólica, delicada entre todas, colocada por la naturaleza en la puerta de nuestro aliento. Esta arpa se estremece al simple movimiento de las metáforas. Por ella, el pensamiento humano canta. Cuando prolongo sin fin mis ensueños de filósofo rebelde, llego a pensar que la vocal a es la vocal de la inmensidad. Es un espacio sonoro que comienza en un suspiro y que se extiende sin límite.
En la palabra vasto, la vocal a conserva todas sus virtudes de vocalidad amplificadora. Considerada vocalmente, la palabra vasto no es ya simplemente dimensional. Recibe, como una suave materia, los poderes balsámicos de la calma ilimitada. Con ella lo ilimitado penetra en nuestro pecho. Por ella respiramos cósmicamente, lejos de las agonías humanas. ¿Por qué descuidaríamos el menor factor en la medida de los valores poéticos? Todo lo que contribuye a dar a la poesía su acción psíquica decisiva debe incluirse en una filosofía de la imaginación dinámica. A veces los valores sensibles más distintos y más delicados se relevan para dinamizar y ampliar el poema. Un largo estudio de las correspondencias baudelaireanas deberían dilucidar la correspondencia de cada sentido con la palabra.
A veces el sonido de un vocablo, la fuerza de una letra abren o fijan el pensamiento profundo de la palabra. Leemos en el hermoso libro de Max Picard, Der Mensch und das Wort: "Das W in Welle bewegt die Welle im Wort mit, das H in Hauch lässt den Hauch aufsteigen, das t in fest und hart macht fest und hart." *** Con tales observaciones el filósofo del Mundo del silencio nos conduce a lospunhtos de sensibilidad extrema donde los fenómenos fonéticos y los fenómenos del logos vienen a armnonizarse, cuando el lenguaje encuentra toda su nobleza. ¡Pero qué lentitud meditativa habría que saber adquirir para que viviéramos la poesía interior de la palabra, la inmensidad interior de una palabra! Todas las grandes palabras, todas la palabras llamadas a la grandeza por un poeta son llaves del universo, del doble universo del cosmos y de las profundidades del alma humana.
*E.A.Poe, La puissance de la parole, apud Nouvelles histoires extraoridnaires, trad. Baudelaire, p. 238
** Para V.HUGO, el viento es vasto. El viento dice: Je suis ce grand passant, vaste, invincible et vain-[Yo soy ese gran transeúnte, vasto, invencible y vano.] En las tres últimas palabras, los labios no se mueven al pronucniar las "v".
***Está claro que semejante frase no debe traducirse poque exige que se tienda el oído a la vocalidad de la lengua alemnana. Cada lengua tiene sus palabras de gran vocalidad.
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tomado de La poética del espacio-Gastón BACHELARD-trad. Ernestina de Champourcin-edit.Fondo de cultura económica-México
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