plano de la casa de Samsa,

plano de la casa de Gregor Samsa, por Nabokov

sábado, 27 de julio de 2013

El golpe en la puerta del cortijo-Franz Kafka

Fue un caluroso día de verano. Mi hermana y yo pasábamos frente a la puerta de un cortijo que estaba en el camino de regreso a casa. No sé si golpeó esa puerta por travesura o distracción, no sé si tan solo amenazó con el puño sin llegar a tocarla siquiera. Cien metros más adelante, junto al camino real que giraba a la izquierda, empezaba el pueblo. No lo conocíamos, pero al cruzar frente a la casa que estaba inmediatamente después de la primera, salieron de ahí unos hombres haciéndonos unas señas amables o de advertencia; estaban asustados, encogidos de miedo. Señalaban hacia el cortijo y nos hacían recordar el golpe contra la puerta. Los dueños nos denunciarían e inmediatamente comenzaría el sumario. Yo permanecía calmo, tranquilizaba a mi hermana. Posiblemente ni siquiera había tocado, y si en realidad lo había hecho, nadie podría acusarla por eso. Intenté hacer entender esto a las personas que nos rodeaban; me escuchaban pero absteniéndose de emitir juicio alguno. Después dijeron que no sólo mi hermana sino también yo sería acusado. Yo asentía sonriente con la cabeza. Todos volvíamos nuestra vista atrás, hacia el cortijo., tan atentamente como si se tratara de una lejana cortina de humo tras la cual fuera a aparecer un incendio. Lo que pronto vimos, en realidad fue a unos jinetes que entraron por el portón del cortijo. Una polvareda al levantarse, lo cubrió todo; solo brillaban las puntas de las enormes lanzas. Apenas la tropa había desaparecido en el patio, cuando debió, al parecer, hacer dar vuelta a sus corceles, pues volvió a salir en dirección nuestra. Aparté a mi hermana de un empellón, yo me encargaría de poner todo en orden. Ella no quiso dejarme solo. Le expliqué que para que se viera mejor vestida ante los señores debía, al menos, cambiarse de ropas. Por fin me hizo caso e inició el largo camino a casa. Ya estaban los jinetes junto a nosotros y casi al tiempo de apearse preguntaron por mi hermana. “No está aquí de momento” fue la temerosa respuesta, “pero vendrá mas tarde”. La contestación se recibió con indiferencia. Parecía que ante todo, lo importante era haberme hallado. Destacaban, de entre ellos, el juez, un hombre joven y vivaz, y su silencioso ayudante llamado Assmann. Me invitaron a pasar a la taberna campesina. Lentamente, balanceando la cabeza, jugando con los tiradores, comencé a caminar bajo las miradas severas de los señores. Aún creía que una sola palabra sería suficiente para que yo, que vivía en la ciudad, fuese liberado, incluso con honores, en ese pueblo campesino. Pero luego de atravesar el umbral de la puerta, pude escuchar al juez que se acercó a recibirme: “Este hombre me da lástima”. Sin duda alguna, no se refería con esto a mi estado actual sino a lo que me esperaba en el futuro. La habitación se parecía mas a la celda de una prisión que a una taberna rural. De las grandes losas de la pared, oscura y sin adornos, pendía, en alguna parte, una argolla de hierro, y en el centro de la habitación algo que era medio catre y medio mesa de operaciones.
¿Podría yo respirar otros aires que los de una cárcel? He aquí el gran dilema. O, mejor dicho, lo que sería el gran dilema, si yo tuviera alguna perspectiva de ser dejado en libertad.
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Trad. Sergio Guillén, en La Condena y otros relatos- editorial AKAL, 
original aquí

viernes, 26 de julio de 2013

buscando a mi familia-Patricia Jabbeh Wesley,(Liberia 1955)


buscando a mi familia

“Buen amigo, por favor ayúdame.
¿Cuando vivías en Kataka
no habrás visto a dos niños?
Uno de ellos de piel oscura, regordete.
El otro de tez más clara y ojos negros.

¿Mi buen amigo,
no los habrás visto cuando vivías en Ganta?
Uno tendría alrededor de diez años
el otro, aproximadamente esta altura.
Mi hijo mayor, Nyema, el menor Doeteh.

¿Mi buen amigo podrías decirme
si se dirigieron a Tapeta?
¿Les entregaron fusiles, habrán matado?
¿Mi buen amigo, podrías decirme
si caminaron hacia Bassa?
¿Habrán muerto de hambre?

¿Mi buen amigo, podrías informarme
si a su lado caminaba una madre?
¿Estaba ella en buena salud, recibió buen trato?
¿Ah, entonces, mi buen amigo, fue allí
donde los obligaron a salirse de la columna?

¿Buen amigo tenían hambre
cuando se enfrentaron a su fin?
Ahora, mi buen amigo podré seguir sus pasos
y envolver sus huesos.
Gracias, mi buen amigo.
¿Pero cómo haré para reconocer sus huesos?”

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 trad. Ricardo Gómez
Patricia Jabbeh Wesley, Liberia 1955.
leer más aquí,

lunes, 22 de julio de 2013

Abel Azcona-Dark-room-60 días encerrado-Perfomance


Abel Azcona, "Primal Wound".
La herida original o primaria es el nombre psiquiátrico que se ha dado a los menores abandonados al nacer, es una herida psicológica que acompaña toda la vida al menor que ha sufrido abandono o maltrato.

Hidden Gallery
www.hiddengallery.eu


http://www.abel-azcona.com/dark-room



domingo, 21 de julio de 2013

Un incruento cuento de los hermanos Grimm-Los duendecillos



Un zapatero se había empobrecido de tal modo, y no por culpa suya, que, al fin, no le quedaba ya más cuero que para un solo par de zapatos. Cortólos una noche, con propósito de coserlos y terminarlos al día siguiente; y como tenía tranquila la conciencia, acostóse plácidamente y, después de encomendarse a Dios, quedó dormido. A la mañana, rezadas ya sus oraciones y cuando iba a ponerse a trabajar, he aquí que encontró sobre la mesa los dos zapatos ya terminados. Pasmóse el hombre, sin saber qué decir ni qué pensar. Cogió los zapatos y los examinó bien de todos lados. Estaban confeccionados con tal pulcritud que ni una puntada podía reprocharse; una verdadera obra maestra.
A poco entró un comprador, y tanto le gustó el par, que pagó por él más de lo acostumbrado, con lo que el zapatero pudo comprarse cuero para dos pares. Los cortó al anochecer, dispuesto a trabajar en ellos al día siguiente, pero no le fue preciso, pues, al levantarse, allí estaban terminados, y no faltaron tampoco parroquianos que le dieron por ellos el dinero suficiente con que comprar cuero para cuatro pares. A la mañana siguiente otra vez estaban listos los cuatro pares, y ya, en adelante, lo que dejaba cortado al irse a dormir, lo encontraba cosido al levantarse, con lo que pronto el hombre tuvo su buena renta y, finalmente, pudo considerarse casi rico.
Pero una noche, poco antes de Navidad, el zapatero, que ya había cortado los pares para el día siguiente, antes de ir a dormir dijo a su mujer:
- ¿Qué te parece si esta noche nos quedásemos para averiguar quién es que nos ayuda de este modo?
A la mujer parecióle bien la idea; dejó una vela encendida, y luego los dos se ocultaron, al acecho, en un rincón, detrás de unas ropas colgadas.
Al sonar las doce se presentaron dos minúsculos y graciosos hombrecillos desnudos que, sentándose a la mesa del zapatero y cogiendo todo el trabajo preparado, se pusieron, con sus diminutos dedos, a punzar, coser y clavar con tal ligereza y soltura, que el zapatero no podía dar crédito a sus ojos. Los enanillos no cesaron hasta que todo estuvo listo; luego desaparecieron de un salto.
Por la mañana dijo la mujer:
- Esos hombrecitos nos han hecho ricos, y deberíamos mostrarles nuestro agradecimiento. Deben morirse de frío, yendo así desnudos por el mundo. ¿Sabes qué? Les coseré a cada uno una camisita, una chaqueta, un jubón y unos calzones, y, además, les haré un par de medias, y tú les haces un par de zapatitos a cada uno.
A lo que respondió el hombre:
- Me parece muy bien.
Y al anochecer, ya terminadas todas las prendas, las pusieron sobre la mesa, en vez de las piezas de cuero cortadas, y se ocultaron para ver cómo los enanitos recibirían el obsequio. A medianoche llegaron ellos saltando y se dispusieron a emprender su labor habitual; pero en vez del cuero cortado encontraron las primorosas prendas de vestir. Primero se asombraron, pero enseguida se pusieron muy contentos. Vistiéronse con presteza, y, alisándose los vestidos, pusiéronse a cantar:
"¿No somos ya dos mozos guapos y elegantes?
¿Por qué seguir de zapateros como antes?."
Y venga saltar y bailar, brincando por sobre mesas y bancos, hasta que, al fin, siempre danzando, pasaron la puerta. Desde entonces no volvieron jamás, pero el zapatero lo pasó muy bien todo el resto de su vida, y le salió a pedir de boca cuanto emprendió.
original en alemán aquí
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Mis comentarios al  texto:
De vez en cuando me viene a la cabeza este cuento y me he dejado llevar... Algo parecido me pasa también con Bartleby el escribiente.
Ya su inicio es una diatriba contra alguien que tiene la culpa del empobrecimiento del zapatero. Pero el artesano, tiene tranquila la conciencia, reza, y se duerme como un bendito. Durante esa noche sucede un prodigio que se repetirá muchas otras: alguien cose los zapatos con el cuero que deja cortado el zapatero, y resultan ser una pequeña obra de arte, por lo que se venden a buen precio rápidamente. Esto le permite hacerse rico y seguir con su oficio. Sin embargo, se me ocurre que quizás su labor no era tan buena y por eso no se vendía bien.
Pero hay otros hechos desconcertantes para mí. La poca curiosidad que manifiesta el matrimonio por saber lo que sucede. Pasan noches y noches hasta que se les ocurre aclararlo, y cuando lo hacen, se sienten tan agradecidos con los dos hombrecillos desnudos y les obsequian de todo corazón. Y ahora viene lo más desconcertante: al sentirse vestidos elegantemente, los hombrecillos dejan de trabajar, cuando podrían haberse ellos mismos confeccionado con cualquier retalito unas ropas más que adecuadas. 

viernes, 19 de julio de 2013

De cómo pasamos el Portillo donde vivía Rapiñamichino, Archiduque de los Gatos Forrados-François RABELAIS-

Ilustraciones de Gustav Doré halladas en Internet


capítulo XI del libro Quinto de Gargantúa y Pantagruel-

[comentario del traductor]
Nuevo y despiadado ataque a la Justicia, representada por otro monstruo quimérico, esta vez por la boca de un pícaro. La parodia se adorna con juegos a propósito del mortero (bonete redondo de terciopelo que llevaban los presidentes de la Corte), alusiones a la orla de piel de la toga de los magistrados ("Gatos Forrados") y a los birretes cuadrados de los doctores en derecho. Se bromea, además, a propósito de la mesa de mármol del Palacio de Justicia de París, sin olvidar una caricatura de la alegoría de la Justicia, a la que se coloca una hoz en lugar de una espada, y antiparras en lugar de venda en los ojos. Los sacos, símbolo de la rapacidad de las gentes de leyes, proliferan por todo el texto.
Cuando se habla de "sexta esencia", se alude a algo sutilísimo, puesto que los alquimistas no lograban depurar la quintaesencia. 
Debe recordar el lector que Júpiter, con sus rayos, arrojó al infierno a los titanes.]


Desde allí pasamos a Condenación, que es otra isla totalmente desierta; pasamos también el Portillo, lugar en el que Pantagruel no quiso bajar a tierra, e hizo muy bien, pues fuimos hechos prisioneros y arrestados de hecho por orden de Rapiñamichino, archiduque de los Gatos Forrados, porque alguien de nuestra compañía quiso vender sombreros de Cassada a un procuradouro.
Los Gatos Forrados son animales muy horribles y espantables: comen niños y pastan sobre piedras de mármol. ¿No os parece, bebedores, que deberían estar chatos? El pelo de la piel no les sale hacia fuera, sino que se esconde dentro, y todos y cada uno de ellos llevan, como su símboblo y divisa un zurrón abierto, pero no todos de la misma manera, pues algunos lo llevan atado al cuello, en bandolera, otros sobre el culo, otros sobre la barriga, otros sobre el costado, y todos por una buena razón misteriosa. Tienen también las zarpas tan fuertes, largas y aceradas que nada se les escapa una vez que lo tienen entre las garras. Se cubren la cabeza, unas veces con birretes de cuatro canales o braguetas, otras con birretes invertidos, otras con morteros, otras con caparazones mortificados. Al entrar en su malandrinera, un pícaro de la hostería, al que dimos medio testón, nos dijo:
-¡Gentes de bien, que Dios os conceda salir pronto, con salud, de este lugar! Observad bien el semblante de estos villanos pillares, arbotantes de la justicia rapiñamichinera. Y notad que si aún vivís seis olimpiadas y la edad de dos perros, veréis a estos Gatos Forrados como señores de toda Europa y pacíficos dueños de todos los bienes y posesiones que en ella hay, si en manos de sus herederos, como castigo divino, no se marchitan repentinamente esos bienes y rentas injustamente adquiridos por ellos. Sabedlo de boca de un pícaro de bien. Entre ellos reina la sexta esencia, por medio de la cual lo rapiñan todo, devoran todo y lo ciscan todo. Queman, descuartizan, decapitan, machucan, encarcelan arruinan y minan todo, sin discernir entre el bien y el mal. Pues, entre ellos, al vicio se le llama virtud; a la maldad, bondad; la traición tiene por nombre lealtad; al latrocinio se le llama liberalidad; pillaje es su divisa y, si son ellos los que lo cometen, lo encuentran bien todos los humanos, si exceptuáis los herejes, y todo ello lo hacen con soberana e irrefragable autoridad.
"Para corroborar mi pronóstico, observad que ahí dentro los comederos están por encima de los pesebres. Algún día os acordaréis de esto. Y si, por desgracia, alguna vez sufre el mundo pestes, hambrunas o guerras, ciclones, cataclismos, conflagaciones y desdichas, no los atribuyáis ni los achaquéis a maléficas conjunciones de planetas, a los abusos de la Corte romana o a la tiranía de los reyes y príncipes de la tierra, a la impostura de los hipócritas, herejes y falsos profetas, a la maldad de los usureros, falsos monederos, roedores de testones, ni a la ignorancia, impudicia, imprudencia de los médicos, cirujanos y boticarios, ni a la perversidad de las mujeres adúlteras, envenenadoras, infanticidas: atribuidlo todo a la ruinosa e indecible, increíble, incalculable maldad que continuamente se forja y ejerce en la oficina de los Gatos Forrados, que no es más conocida del mundo que la cábala de los judíos. Ésa es la causa de que no sea detestada, corregida y castigada, como sería razonable. pero si un día es puesta en evidencia y manifestada al pueblo, no hay ni nunca hubo orador capaz de retener a ese pueblo, por elocuente que en su arte sea; ni ley tan rigurosa y draconiana que pueda contenerlo por temor al castigo, ni magistrado tan poderoso que, por la fuerza, le impidiese quemarlos cruelmente vivos a todos dentro de su madriguera. Sus propios hijos, Gatitos Forrados y otros parientes los tenían en horror y abominación. Por eso, así como Aníbal recibió de su padre Amílcar, bajo solemne y religioso juramento, orden de perseguir a los romanos mientras viviese, así he recibido yo de mi difunto padre orden terminante de permanecer aquí fuera, a la espera de que ahí dentro caiga el rayo del cielo y los reduzca a cenizas, como a otros titanes, profanos y teófobos, puesto que los humanos tienen el cuerpo tan endurecido que no recuerdan el mal que les ha acaecido, les acaece y les acaecerá, y no lo sienten, no lo previenen o, si lo sienten, no se atreven, ni quieren, ni pueden exterminarlos.
-¿Qué es eso?- dijo Panurgo- ¡Ah, no, no! No voy allí, por Dios, ¡volvamos!
-¡Volvamos! -dije-. ¡Por el amor de Dios!

Ese noble pillo más me ha asombrado 
que si el cielo de otoño hubiese tronado. 

De vuelta, encontramos la puerta cerrada y se nos dijo que allí se entraba con facilidad, como al Averno. La dificultad estaba en salir, y que no saldríamos al exterior, en manera alguna, sin un pase y un comprobante de asistencia, por la sencilla razón de que uno no se va de las ferias como del mercado, y que teníamos los pies polvorientos. 
Lo peor fue cuando pasamos el Portillo, pues, para obtener nuestro pase y  comprobante, fuimos presentados ante el monstruo más abominable que jamás se haya descrito. Lo llamaban Rapiñamichino. No sabría comparároslo mejor que con la Quimera, o con la Esfinge y Cerbero, o bien con la estatua de Osiris tal y como lo representaban los egipcios, con tres cabezas juntas en una, a saber: un león rugiente, un perro gañendo, un lobo abriendo sus fauces, enredados en un dragón que se mordía la cola, con rayos centelleantes en torno. Tenía las manos llenas de sangre, las zarpas como de arpía, el morro en pico de cuervo, los dientes como los de un verraco de cuatro años, los ojos flameantes como las fauces del infierno, totalmente cubierto de morteros entrelazados con majas borlas; sólo las zarpas eran visibles. Su asiento y el de todos sus colaterales, gatos de conejar, era un largo pesebre muy nuevo, sobre el cual estaban instalados, del revés, comederos muy amplios y hermosos, según el pícaro nos habia prevenido. En el lugar del asiento principal se encontraba la imagen de una vieja, con un forro de hoz en la mano derecha, una balanza en la siniestra y antiparras en la nariz. Los platillos de la balanza eran dos zurrones de terciopelo: uno lleno de monedas  y colgante, el otro vacío y alzado muy por encima del fiel. Y soy de la opinión de que se trataba del retrato de la justicia rapiñamichinera, muy alejada de la instrucción de los antiguos tebanos, que erigían las estatuas de sus dicastes y jueces, tras su muerte, en oro y plata, o en mármol, según su mérito, todas sin manos. Cuando fuimos presentados ante él, no sé qué clase de gentes, todas vestidas con zurrones y sacos con grandes colgajos de pergamino, nos hicieron sentar en un banquillo. Panurgo decía:
-Pájaros de cuenta, amigos míos, estoy muy bien así, de pie; por otro lado, es bajo en demasía para un hombre que lleva calzas nuevas y un jubón demasiado corto.
-Sentáos ahí- respondieron-, y que no tengamos que repetíroslo. La tierra se abrirá ahora para tragaros vivos si no respondéis como es debido.

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de Gargantúa y Pantagruel (los cinco libros)-de François RABELAIS
traducción y notas de presentación de cada capítulo, Gabriel Hormaechea
Prefacio de Guy Demerson
Edit. Acantilado



domingo, 7 de julio de 2013

Un Golpe de dados no abolirá el azar- Stéphane MALLARMÉ


 aquí se puede hojear el original con anotaciones para la imprenta del propio Mallarmé

PREFACIO


ME agradaría que no se leyera esta Nota, o que después de examinada rápidamente, se la olvidara. Poco enseña al lector suspicaz, pero puede llegar a perturbar al ingenuo, aún antes de fijar la mirada en las primeras palabra del Poema, porque conforme están dispuestas, lo conducen de inmediato a las últimas.

La única novedad del conjunto es la manera en que las líneas están espaciadas. Los “blancos”, en efecto, adquieren importancia, impresionan desde el comienzo. La versificación exige ordinariamente un silencio en derredor, a tal punto, que un trozo lírico, o de pocos pies de verso, ocupa, en el centro de la hoja, aproximadamente el tercio de la misma. Yo no sobrepaso esta medida: la disperso, solamente. El papel interviene cada vez que una imagen empieza o acaba, aceptando la sucesión de otras imágenes; y como no se trata, según ocurre siempre, de líneas sonoras regulares o versos –mejor dicho de subdivisiones prismáticas de la idea- el instante de aparición y duración de su influencia en alguna escenificación espiritual exacta, se produce en lugares distintos: próximos o lejanos al latente hilo conductor, en razón de la apariencia de verdad que el texto adquiere en la distribución tipográfica. La ventaja literaria, si es que tengo derecho a decirlo, de este espacio que reproduce al que separa mentalmente los grupos de palabras, o las palabras entre sí, es que después parece acelerar o retardar el movimiento, dándole métrica e insinuándolo mediante la visión conjunta de la Página, tomada ésta como unidad, tal cual ocurre en otras circunstancias con el Verso o línea perfecta. La ilusión surgirá velozmente alrededor de las pausas fragmentarias de una frase fundamental, según la movilidad del escrito, desde el título mismo, introducido y continuado en el poema en resumen, todo ocurre hipotéticamente. Se evita el recitado. Hay que agregar que de este empleo descarnado del pensamiento, con sus contracciones, prolongaciones, huidas, o su dibujo mismo, resulta una partitura para el que quiera leer en alta voz.
La diferencia de los caracteres de imprenta entre el motivo preponderante, el secundario y el adyacente, adquiere importancia en la emisión oral. La ubicación en la parte superior, inferior o media de la página, indicará que la entonación sube o baja. Únicamente ciertos intentos muy audaces, ciertas conquistas que forman el contrapunto de esta prosodia, quedan en estado elemental en una obra falta de antecedentes como ésta. No es que considere que ha llegado la oportunidad de tímidos ensayos, o de actuar muy contrariamente a la costumbre en un Periódico como éste; por más que se muestre valiente y acogedor de las bellas libertades. Sólo me pertenece la compaginación especial, o de volumen. Sin embargo, debiera haber indicado, mejor que el esbozo, un “estado” del poema adjunto, que no rompiera totalmente con la tradición; debiera haber organizado su presentación en diferentes formas, para que frente a ellas nadie se confunda, y que bastarían para abrirles los ojos. Sin presumir hoy del futuro que surgirá de aquí –un arte, o casi nada- reconozco gustoso que el intento puede tener imprevistas consecuencias particulares, provechosas para nuestra época, como el verso libre y el poema en prosa. Sé que su reunión se efectúa bajo influencia extraña: la de la Música oída en el concierto. Habiendo encontrado en ella varios medios que parecían pertenecer a las Letras, los retorno. El género que como la sinfonía, deviene uno, deja intacto poco a poco, al lado del canto personal, el antiguo verso, al que guardo culto y atribuyo el imperio de la pasión y del ensueño. Habría llegado la oportunidad, mientras lo permita, de tratar preferentemente tales temas de imaginación pura, compleja e intelectual. No hay motivos para excluirlos de la Poesía, única fuente.
                                       Stéphane Mallarmé

versión de A.Oscar Larrauri 
click en el enlace para leer completo el poema


P O E M A
 
 

UN GOLPE DE DADOS NUNCA SUPRIMIRÁ EL AZAR

por

STÉPHANE MALLARMÉ 

 
 
 

UN   GOLPE   DE   DADOS



 

                         NUNCA




                                AUN LANZADO EN CIRCUNSTANCIAS ETERNAS

 

 

 

martes, 2 de julio de 2013

Quietud portátil-C.Blázquez



Hay entre los libros algo más que polvo

Es el poder de su quietud portátil

de fortificación

de fortaleza


Ah pero un solo libro abierto
a solas

abro lilas tus párpados

inasible de lábil en mis manos

prosélito feroz

proteico como un dios

me hace.

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C.Blázquez( de A la sombra del sol

publicado en este blog el 9 de septiembre de 2009