plano de la casa de Samsa,

plano de la casa de Gregor Samsa, por Nabokov

viernes, 7 de diciembre de 2007

Claros de cada luna



CLAROS de cada Luna en cada noche

son boca abajo vasos

que custodian luciferes del salmo

en las bocas abiertas por el bosque

para los besos.


C.Blázquez (de Cóndrulos)

3 comentarios:

El Toro de Barro editorial dijo...

Intento hoy imaginarme tu mundo, o tu biblioteca, que viene a ser lo mismo para quien -como tú- gozaría tanto entre los atestados estantes de un monasterio donde todavía queda mucho por rastrear y miniar y transcribir...Lo intento porque ese mundo tuyo del que hablo es -como decía el Adriano de la Yourcenair- "un látigo en la noche" o "como una música desconocida que, sin embargo, me es extrañamente familiar". En mi casa, cuando yo era pequeño y estábamos tomados por el frío, mi madre nos ponía sobre las espaldas ateridas un somatén con alcochol que encendía para, inmediatamente, poner un vaso sobre él, y en ese tiempo en que la llama tardaba en apagarse por la falta de oxígeno, el vaso -boca abajo- se convertía en una ventosa que atraía a su seno la carne de la espalda y -se decía- el espíritu del helor que la azotaba...Algo tienen los besos de ese antiguo modo de curar, sobre todo los besos nacidos de las umbrías del bosque del que hablas en estos versos tuyos, que tienen mucho de ensayo de alquimista...

El Toro de Barro editorial dijo...

Se me olvidaba decirte que te leo casi todos los días en factor serpiente, con un "guante de seda"...

karmen blázquez dijo...

Querido Carlos, vivimos en la imaginación, y de la imaginación, y es por eso que nos reconocemos en esos lugares que a mi entender es de donde vinimos. Te llama la atención lo del vaso boca abajo, figura o imagen que para mí contiene muchos pensamientos de niñez, mucha contemplación, gesto de la ventosa en la boca, hacer el payaso con el vaso en vilo adherido a los labios y hasta casi la barbilla, desfigurandolos y prolongandolos como un hocico, hasta que la risa rompía su vacío.
No conocía la palabra somatén, sí lo que tú dices que es,pero tampoco con tus bellas palabras"el espíritu del helor que la azotaba" si bien no me lo aplicaban.Mi madre encendía en una palangana de porcelana alcohol también para calentarnos cuando nos bañaba en invierno, qué frío era el de las casas de antes¡¡y qué espectáculo la llama azulísima en danza, suave y rugiente poder del azul a medio metro de mí, y el olor, oh¡ casi un desvarío...es algo que repito a veces para contemplar. Dices la palabra Somatén,no la conocía,la busco y esto pone:"Cuerpo de gente armada no perteneciente al ejército que se reúne para perseguir a los criminales o defenderse del enemigo", sin duda es más bella tu acepción, aspirar el helor de la carne, cosa que es muy parecida sin duda a los besos del bosque.
Gracias Carlos por tu lectura, y un beso
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