Sólo huello nieve soñada.
La vid conoce su herrumbre;
el ciervo, la última fiebre.
En la fronda, memoria del veneno
y sus sílabas.
Más bajo ese fulgor
el milagro se cumple de otra forma.
Noli me tangere.
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Francisco R. Hernández, de La sed y el incendio
Fresco de la iglesia de San Nikolaus-Bad Essen-Alemania
Ciervo atacado por tigre-Vaciado en bronce dinastía Shang,China, 1480-1050 a.C.
4 comentarios:
Don Francisco, en estos tiempos aciagos para la poesía donde la trampa de la anécdota, el tema, la oratoria decimonónica, el cuasi periodismo verbal... para ingrata sorpresa de ángeles y bestias aún permanece victorioso y dominante; su poesía refleja el otro lado que ansía redención: el fulgor de la imagen, la realidad poética como realidad en sí, la espada metafórica, palabra de y para la palabra, sencillez del uso... redimen a este lector de tanta basofia en los altares pseudoliterarios.
Amén de, y hago notar esto emocionadamente, su humildad, amigo, su inquebrantable humildad. Sus pasos dados en AVIVE EL SESO (portentosa recopilación de los mejor y a veces más oculto en las artes) y la brillantez de sus poemarios en BREVIARIO INVISIBLE; forjan un ejemplo de conducta: acumulación del saber, entrega sin necesidad de reconocimiento, creatividad a mansalva.
Que esta línea de ser siga sucediendo, y de paso sea dicho: muchos aprendan de ello, aprendamos.
Su estilo, compañero, abarata a tantos salvadores... del mundo y el verbo.
Antonio Medinilla
Adhiero todo lo que dices, Antoñito, sobre nuestro admirado Francisco, también emocionada por la suerte de leer ese "otro lado" que dices, esos prodigios...
Abrazo
k
(Karmen, utilizo esta entrada para hacerte llegar la carta que tu correo rechaza -tambié enviada a Antonio Medinilla-).
Karmen y Antonio:
Estas palabras para agradeceros las vuestras, tan excesivas, y la atención que dispensáis a mis envíos.
Siempre he tenido la intuición de que la escritura poética es un acto intransitivo, incomunicable en su raíz más profunda, sin embargo, mis actos lo contradicen cuando "cuelgo" de vez en cuando algún poema. La tensión entre escritura y lectura, y el pasadizo que comunica ambas, lugar donde el verso gana y pierde en una transformación asombrosa, es el espacio donde se libra la batalla más importante.
Edmond Jabès en "El libro de Yukel":
Y Yukel dijo:
¿Quién sabrá beber en mis palabras?
¿Lo he sabido hacer yo acaso?
En mi libro, en el seno de la soledad,
tu soledad me es, para siempre, debida.
Un abrazo muy fuerte, y sabed que a ambos os sigo con grandísimo interés desde algún Sur.
Francisco R. Hernández
Hablas de la transformación, querido Durandarte, y medito,(es meditar una via ya de la transformación?) en tu firme y veraz camino, que he recorrido con la devoción del oyente-lector, porque el poema, aunque puede parecer que uno lo hace, no se hace solo en uno,(el verdadero pensamiento parece no tener autor, dice Lispector en Agua viva)se va haciendo en cada lector que queda transformado, cada lector es una transformación distinta, pues el hecho es "la transformación"; esos misterios nos mantienen en esa "casa del ser", el lenguaje si no es poético no es lenguaje, viene a ser código pero no Palabra; yo recibo tu Palabra y me transformo.
Abraz-Os
k
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