En torno a Karel Kryl: voz desde el exilio
Resuena esa voz, no se extingue en la loca carrera de los años. Pasaron
guerras y revoluciones, los tanques de la Historia pasaron y sus garras de
acero veloces y ciegas araron de nuevo los campos sembrados.
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A Karel Kryl, en 1994:
Retumban los ecos desolados de la guitarra bajo rigurosa vigilancia, y la
nieve sigue cayendo imparcialmente a derecha e izquierda de los trenes.
Blanco sobre negro, sobre rojo. Navidad de 1944, caminos del invierno a pura
sangre y fuego, el futuro a la espalda entrevisto al otro lado del único
refugio posible. La gorra de Clementis saludando a la nación inmóvil,
vueltas de la Historia y sus grandes pájaros negros.
1968: excepto en Praga, primavera en todas partes. Los carteles de
advertencia en cada calle y luego las piedras sin peso rebotando contra el
acero de los tanques.
Kundera limpiando ventanas y tú empecinado cantando en medio de las fotos
borradas, de las cintas quemadas, de los testamentos traicionados.
En lugares clandestinos tu canto y los ojos cada vez un poco más tristes,
recordando otros ojos tal vez y un bosque perdido, un imposible paisaje de
Moravia. Es otro el tiempo que te deja en la estación y esas cartas
desleídas por el agua. Es otro ese tiempo y ya no vuelve.
Canta, hermano, para siempre canta, para los que ya no pueden escuchar. Por
favor, con esa tu única voz, canta, no invites al silencio. No te caigas y
canta como siempre, en tu lengua. Pues ya no se habla ruso en los bares y se
alza un coro de violines hoy en el metro: la melodía es del mismo corazón de
tu gente y tan tuya.
Arduo amanece un pálido hilo de sol entre nubes y borrasca, arduo amanece
este día como si Dios mismo lo estuviera pariendo.
Alejandro Drewes
Bratříčku, zavírej vrátka! / ¡Hermanito, cierra la puerta!
No llores,
hermanito:
esto no son fantasmas
ya eres grande, muchacho
son sólo soldados
que llegaron en las casitas angulares
de hierro.
Con lágrima sobre párpado
ahora nos miramos uno al otro.
¡Quédate conmigo, hermanito!
Yo me preocupo por ti
en caminos serpenteantes,
hermanito, en tus zapatos pequeňitos.
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Coro:
Está lloviendo y ya es oscuridad
Esta noche no será corta.
¡El lobo quiere su chivo, hermanito!
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¿Cerraste la puerta??
No llores, hermanito, no gastes tus lágrimas
ignora los insultos y ahorra tu energía.
No puedes reprocharme si no vamos hasta allí
Aprende la canción
no es tan difícil.
Apóyate, hermanito.
El camino es fangoso.
Vamos a tropezar
y ya no podemos regresar.
Está lloviendo y ya es oscuro.
Esta noche no será corta.
¡El lobo quiere su chivo, hermanito!
¡Cierra la puerta!
Karel Kryl (Kroměříž
4 comentarios:
Fogonera:
Me dejas emocionada con las elecciones de autores y poemas, para mí desconocidos, y que estoy encantada que me los muestres en tu blog.
Así es, querida Ana María el gozo poético, un gozo compartido por algo que alguien descubre, a quien a su vez alguien se lo descubrió; así ha sido desde los primeros cantos aun antes de Homero, uno lo cantaba, otro lo escuchaba y lo cantaba a otros a su vez, y así sucesivamente.
Gracias por tu lectura
k
No me extraña viniendo de Drewes, este bellísimo poema que se agradece, por tantas cosas, por la palabra que ilumina en esta noche del mundo.
Un abrazo K
Lilián
Sí, querida Lilian,y en el caso de Jens, sabemos la pureza que tiene su voz, y el ímpetu ante y frente a este mundo oscurecido que nos ha tocado vivir.
Un abrazo fuerte
k
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