figuras acústicas de Enst CHLADNI(Wittenberg 1756-1827)obtenidas por la vibración de un arco de violín sobre una placa metálica espolvoreada con arena o sal, etc.Publicó sus observaciones en un libro Descubrimientos sobre la teoría del sonido, en 1787 y son la base para la construcción de instrumentos acústicos como violín, guitarra y cellos.
[...] El hombre desea las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que conservan la vida; es indiferente al conocimiento puro y carente de consecuencias, y está hostilmente predispuesto contra las verdades que puedan ser perjudiciales y destructivas. Y además: ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son, quizá, productos del conocimiento, del sentido de la verdad: coinciden las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades?
Sólo mediante el olvido puede el hombre, a tal efecto, llegar a figurarse alguna vez: que esté en posesión de una verdad en el grado que acabamos de designar. Si no quiere contentarse con la verdad en la forma de la tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará perpetuamente ilusiones por verdades. ¿Qué es una palara? La reproducción en sonidos articulados de un estímulo nervioso. Pero, partiendo del estímulo nervioso inferir además una causa existente fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razón. ¡Cómo nos sería lícito, si la verdad fuese lo único decisivo en la génesis del lenguaje, si el punto de vista de la certeza fuese también lo único decisivo en las designaciones, cómo, pues, nos sería lícito decir: la piedra es dura: como si además nos fuera conocido lo "duro" de otra manera y no únicamente como excitación totalmente subjetiva!.
Dividimos las cosas en géneros, designamos al árbol como masculino y a la planta como femenino: ¡qué extrapolaciones tan arbitrarias! ¡Qué lejos volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una serpiente: la designación tan sólo atañe al retorcerse, podría, por tanto, atribuírsele también al gusano. ¡Qué delimitaciones tan arbitrarias, qué preferencias tan parciales, ora de esta, ora de aquella propiedad de una cosa!. Los diferentes idiomas, reunidos y comparados, muestran que con las palabras no se llega jamás a la verdad ni a una expresión adecuada: pues, de lo contrario, no habría tantos. La "cosa en sí" (esto sería precisamente la verdad pura y sin consecuencias)también es para el creador del lenguaje totalmente inaprehensible y en absoluto merece sus esfuerzos. Éste designa tan sólo las relaciones de las cosas con los hombres y para su expresión recurre a las metáforas más atrevidas. ¡Un estímulo nervioso extrapolado en primer lugar en una imagen! primera metáfora. ¡La imagen transformada de nuevo en un sonido articulado! segunda metáfora. Y, cada vez, un salto toal de esferas, adentrándose en otra completamente distinta y nueva. Podemos imaginarnos un hombre que sea totalmente sordo y que jamás haya tenido ninguna sensación del sonido ni de la música: así como este hombre, por ejemplo, mira con asombro las figuras acústicas de Chladni en la arena, descubre sus causas en las vibraciones de la cuerda y entonces jurará que desde ese momento ha de saber a qué denominan los hombres el sonido, así nos sucede a todos nosotros con el lenguaje. Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas, que no corresponden en absoluto a las esencialidades originarias. Del mismo modo que el sonido toma el aspecto de figura de arena, así la enigmática X de la cosa en sí, se presenta, primero, como excitación nerviosa, luego como imagen, finalmente como sonido articulado. En cualquier caso, por tanto, las cosas no ocurren lógicamente en la formación del lenguaje y todo el material en el que trabaja y con el cual trabaja y después construye el hombre de la verdad, el investigador, el filósofo, si no procede del país de Jauja, tampoco procede en ningún caso, de la esencia de las cosas. [...]
Trad. Joan B. Llinares Chover. Edit. Diálogo. 2003
4 comentarios:
Demoledor. Caminamos sobre arenas movedizas (otra vez la metáfora, y así "ad nauseam"). Admitida la derrota, agarrar el cabo de la palabra poética y tirar con fuerza para desandar el enunciado de Nietzsche y volver a las cosas. Pero para eso hay que creer en la leyenda: primero el Verbo.
Un abrazo, Karmen
P.
Por doquier Nietzsche reaparece una y otra vez, signo de los tiempos en que el desierto avanza.
un abrazo
Lilián
Desandar, sí, querido Durandarte,
porque creer es crear
desandar porque la fe
es acercarse a lo lejano,
acción es ya la fe,
y deja un rastro,
y hace la fe, del rastro,
un porvenir, en el que la palabra se vacíe del nombre de las cosas.
Abrazo
k
Gracias Lilian querida por compartir, y co-sentir esta lectura de este hombre que se atrevió a ser "ser humano", y vivió para contarlo.
Abrazo
k
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