Ha de reconocerse, sin embargo, con respecto a esas discutibles exhibiciones de poder, que sólo un Maestro puede arriesgarse con ellas. En realidad, el elemento de riesgo existe sólo a los ojos de los no iniciados. El Maestro siempre está seguro del resultado; nunca juega sus cartas de triunfo, a no ser en el momento psicológico. Su conducta en tales circunstancias puede compararse a la del químico que derrama una última y pequeñísima gota dentro de una solución para provocar la precipitación de ciertas sales. Si bien es un empuje final, representa ante todo una suprema exhortación que el Maestro se permite. Además, una vez pasado el momento, el testigo sufre una transformación imborrable. En otros términos, la situación podría describirse como la transición de la creencia a la fe. Una vez establecida la fe, ya no hay regresión, mientras que en la creencia todo queda en suspenso, y es susceptible de fluctuaciones. Tasmbién debe reconocerse que quienes están dotados de verdadero poder no tienen necesidad de demostrárselo a sí mismos. Nunca se emplean estos recursos para el propio interés o la propia glorificación. En efecto, no hay nada milagroso -en el sentido vulgar de la palabra- en estos actos, a no ser que la facultad de elevar la conciencia del espectador hasta ese misterioso nivel de iluminación que es natural para el Maestro. Los hombres que, por un lado, ignoran la fuente de sus poderes, y son considerados por otro lado como hombres cuyos poderes mueven el mundo, tienen generalmente un final desastroso. De sus esfuerzos puede decirse, en verdad, que llevan a un punto cero. En el plano mundanal no perdura nada, porque en este plano -plano del sueño y de la ilusión-- todo es miedo y avidez, vanamente aglutinados por la voluntad.
Y volvamos otra vez al artista: una vez empleados sus extraordinarios poderes -y estoy pensando precisamente en la obscenidad usada con esas características mágicas-, es inevitablemente arrastrado por la corriente de fuerzas que lo superan. En un principio creyó que podría despertar a sus lectoresm, pero al final él mismo pasa a otra dimensión de la realidad donde ya no siente necesidad de provocar un despertar. Su rebelión contra la inercia que prevalece a su alrededor se va transformando, a medida que su visión se amplía, en una comprensión y aceptación de un orden y armonía que están más allá del intelecto humano, y a los que sólo puede llegarse mediante la fe. Su visión se va ampliando a medida que crecen sus propios poderes, pues la creación tiene sus raíces en la visión y sólo admite un reino, el reino de la imaginación. Entonces, al final, se yergue en medio de sus imprecaciones obscenas igual que el conquistdor en medio de las ruinas de una ciudad arrasada. Comprende entonces que la verdadera naturaleza de lo obsceno reside en un ansia de convertir. Dio golpes para despertar a otros, pero se despertó a sí mismo. Y una vez despierto ya no se interesó en el mundo del sueño; camina a plena luz y, como si fuera un espejo, refleja su iluminación en todos sus actos. Una vez lograda esta posición ventajosa, ¡cuán frívolas y lejanas le parecen las acusaciones de los moralistas! ¡Cuán carente de sentido el debate sobre los méritos literarios de la obra en cuestión! ¡Cuán absurda la disputa sobre la natualeza moral o inmoral de la creación! Todo acto de audacia puede ser motejado de vulgar. Hay algo de dramático en la naturaleza de un llamado, de un llamado frenético a la comunión. La violencia de acto o de palabra es una especie de plegaria al revés. La iniciación misma es un proceso violento de purificación y unión. Todo lo que reclama un tratamiento radical reclama a Dios, y siempre a travès de alguna forma de muerte o aniquilamiento. Cuando aflora lo obsceno uno puede presentir la muerte inminente de una forma. Quienes poseen la más alta clave no son impacientes, ni siquiera ante la presencia de la muerte; pero el artista literario no pertenece a esa especie; no pasa, por asi decir, del vestíbulo en el palacio de la sabiduría. Aunque le preocupa el espíritu, recurre, con todo, a las formas. Cuando comprende plenamente su papel de creador, para sustituir su propio ser recurre al expediente de las palabras. Pero durante ese proceso llega "la noche oscura del alma", cuando exaltado por su visión de las cosas por venir y todavía sin concienciaplena de sus poderes, recurre a la violencia. Lo invade el furor ante su incapacidad para transmitir su visión. Recurre a todos los medios a su alcance. Esta agonía, que resulta una parodia de la creación misma, lo prepara para la solución de su dilema; solución totalmente imprevista y tan misteriosa como la creación misma. Todas las violentas manifestaciones de un poder radiante revelan un resplandor obsceno cuando se las torna visibles mediante el lente refringente del ego. Todas las conversiones se producen a la velocidad de una fracción de segundo. La liberaciónb implica un arrancamiento de cadenas, un estallido de la larva. Lo obsceno está contenido en los movimientos que preceden o anticipan el nacimiento, en las contorsiones preconscientes frente a la vida por llegar. En la agonía de la muerte se comprende la naturaleza del nacimiento. Pues, de qué lucha se trata si no es la de la que se desarrolla entre la forma y el ser, entre lo que ha sido y lo que pronto será. En tales momentos, la creación misma está en el banqillo: quienquiera que busque apartar el velo del misterio se convierte él mismo en parte del misterio, y así contribuye a perpetuarlo. El acto de apartar el velo puede ser interpretado como la expresión fundamental de lo obsceno. Es un intento de escudriñar el secreto proceso del universo. En este sentido, la culpa atribuida a Prometeo simboliza la culpa del hombre-creador, del hombre-arrogante que se aventura a crear antes de er coronado de sabiduría. Los dolores del parto no se refieren al cuerpo sino al espíritu. Se nos exigió conocer el amor y hacer la experiencia de la unión y de la comunión para así lograr liberarnos de la rueda de la vida yde la muerte. Pero hemos preferido permanecer más acá del Paraíso y crear mediante el arte la sustancia ilusoria de nuestros sueños. En un sentido profundo hemos diferido la acción para siempre. Coqueteamos con el destino y nos arrullamos con mitos para dormirnos. Nos morimos con los sufrimientos de nuestras propias leyendas trágiccas comoarañas atrapadas en sus mismas telas. Si algo hay que merezca ser llamado "obsceno" es esta confrontación fugaz y de soslayo con los misterios, este caminar hasta el borde justo del abismo, gozando de todos los éxtasis del vértigo, pero rehusando ceder al hechizo de lo desconocido. Lo obsceno tiene todas las propiedades de la zona oculta. Es tan vasto como el inconsciente mismo y tan amorfo y fluido como la sustancia propia del inconsciente. Es lo que aflora a la superficie como algo extraño, embriagador y prohibido y que, por lo tanto, seduce y paraliza cuando, a semejanza de Narciso, nos inclinamos ante nuestra imagen, en el espejo de nuestra propia iniquidad. Es bien conocido por todos, pero al mismo tiempo despreciado y rechazado, por lo que sin cesar emerge con máscaras proteicas en los momentos menos esperados. Cuando se lo reconoce y acepta, sea como producto de la imaginación, sea como parte integrante de la realidad humana, inspira el mismo horror y aversión que podría producir el loto florecido que hunde sus raíces en el cieno del río que le dio origen. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Tomado de Pornografía y obscenidad, traducción y edición Aldo PELLEGRINI-ed.Argonauta |
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2 comentarios:
Denso e intenso texto de un autor que fue importante para mí en la adolescencia y que ahora, pasados los treinta, quizá me convendría releer.
"La iniciación misma es un proceso violento de purificación y unión."
Es, también, un proceso religioso, que re-liga algo, nos devuelve al unísono de nosotros mismos, nos restituye la luz perdida o lo que la oscuridad no sabe nombrar.
abrazos
Los misterios,sí Stalker, no sabemos nombrarlos, y el sexo sigue siendo un misterio; no es un pecado, ni es una mercancía pornografica; las palabras de Miller siguen vigentes, es pornográfico que pueda hoy lapidarse o castigar a un ser humano por adulterio;es pornográfico el terrible final de Mme. Bovary,el tranquilo dormir a pierna suelta de sus amantes, frente al desvelo doloroso de su esposo y del joven e inocente Justin llorando ante su tumba por la noche. Y nada ha cambiado, sino que la pornografía se ha camuflado de libertad, ha usurpado el misterio de la creación para poner dinero en su templo.
Un abrazo
k
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