[...] Es una condición en que uno se olvida del verdadero nombre de las cosas, y con la prisa les pone nombres momentáneos y arbitrarios. ¡Rápido, rápido! Pero apenas se aleja de ellas, se olvida de los nombres que les puso. El álamo del campo, que usted llamó "Torre de Babel", porque no sabía o no quería saber que era un álamo, se estremece de pronto innominado, y usted se ve obligado a llamarlo "Noé, cuando estaba ebrio".[...]
[...] Colocó una mano dentro de la otra, para dar mayor unidad a su cuerpo,[...]
[...]-No hubo nunca época alguna en que pudiera convencerme por mis propios medios de mi existencia. Tengo por tanto una conciencia tan fugitiva de los objetos que me rodean, que siempre creo que esas cosas han vivido alguna vez, pero que ahora están desapareciendo. Siempre siento el deseo, querido señor, de ver las cosas tales como son antes que yo las vea. Deben de ser muy hermosas y tranquilas. Así deben de ser, porque oigo a la gente hablar así de ellas. [...]
[...] Después cerré los ojos porque me dolían.[...]
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de Conversación con el suplicante-emecé editores-colección piragua-Buenos Aires,1967-
no encuentro mención al traductor
3 comentarios:
Esa dolorosa lucidez. La última frase que escoges es otra llaga
saludos afectuosos en cercanía kafkiana
anamaría
Realmente lúcido hasta el final, que como él dejó ya escrito, fue terrible. Sin embargo se murió a tiempo y como un ser humano, ya que pocos años después hubiera muerto como una "sabandija judía" en algún campo de exterminio, pues esa fue la desgracia que sufrieron sus hermanas, y sus amadas Grete Bloch y Milena; su última compañera Dora Diamant tras muchas penurias consiguió salvarse.
un fuerte abrazo, Anamaría
k
Tienes razón Karmen, tal vez se sospecha cierta benevolencia del "destino" que salvó a Franz de otras desdichas, y a la historia de la humanidad de otras infamias.
Un abrazo, mi querida
anamaría
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