LA ROPACARNE limpia
tendida en la yerba sorda
por el estruendo
¡Qué ademán de cuna el barro
para la seda rota!
Y como somos tantos nos sujetamos en pie
Y como somos tantos nos olvidamos
No he de pedir venganza ni justicia
No miraré a los ojos del augur que calla
ni escucharé su jactancia
ni rogaré a su Dios que está tan cerca.
Lloro con Celan para decirle
“¡Ruéganos a nosotros, Señor, que estamos cerca!”
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C.Blázquez de Esfacelos
2 comentarios:
Ruéganos, Señor, que estamos cerca. Ese poema de Celan, Tenebrae, da la vuelta a los mitos sobre los que hemos construido la civilización, señalando en el crucificado los orígenes mismos de la devastación. Es una lástima que poemas así no figuren en las antologías al uso, demasiado arrogadas en el sentimentalismo fácil y la obviedad. Es un lujo leerte. O explorarte, que viene a ser lo mismo...
Si la escritura es un misterio que nos vertebra,la lectura es el milagro sucesivo, amigo Carlos, como dices, nos explora y nos escriben también nuestras lecturas;es el caso de Celan y su cruz interminable,y a la sombra de su cruz nos revelamos.
Gracias y un abrazo
k
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